En no más de 60 años, desde que pudimos conocer los secretos que guarda la biomolécula más preciada para la vida, el ADN, hemos adquirido, o debemos adquirir, el firme compromiso de dirigir nuestros avances científicos bajo un marco profundamente ético y moral. Descubrir los secretos universales del código genético, nos debe convertir en seres colaboradores y solidarios con todas las formas de vida con las que, coincidiendo en el tiempo, compartimos casa, nuestra casa...
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